martes, 20 de noviembre de 2007
La Semiótica, el génesis de la Hiperrealidad
El actual término “semiótica” remite a una muy larga historia de búsquedas y exploraciones en torno al complejo fenómeno de la significación o de las situaciones significantes, que han desembocado en las actuales prácticas de desmontaje, de la más diversa índole, aplicadas a distintas configuraciones culturales, interesadas en los sistemas y mecanismos de la significación.
Según los autores
Para Saussure, en su obra "Curso", se trata de una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Por ello, propone que se dé el nombre de “semiología”.
Para Erik Buyssens, en "La comunicación et l´articulación linguistique", se trata del estudio de los procesos de comunicación, es decir, de los medios utilizados para influir a los otros y reconocidos como tales por aquel a quien se quiere influir. La llama entonces semiología.
Por otro lado, para Morris en "Signos, lenguaje y conducta", define la semiótica como una doctrina comprehensiva de los signos
Para Umberto Eco en cambio, es una técina de investigación que explica de manera bastante exacta como funcionan la comunicación y la significación.
En síntesis, la semiótica se ocupa de signos, sistemas sígnicos, acontecimientos sígnicos, procesos comunicativos, funcionamientos lingüísticos y cosas así. Es decir, la semiótica se ocupa del lenguaje entendido tanto como la facultad de comunicar que como el ejercicio de esa facultad. La semiótica, por tanto, se ha ocupado de las más variadas cosas: arquitectura, cine, teatro, las modas, las señales de tránsito, la publicidad, la literatura, el arte, los juegos, las normas de cortesía, la televisión, los gestos, y demás de esa índole, que derivan en lo que entenderemos más adelante como la Hiperrealidad. Así pues, la semiología es la disciplina madre, el génesis de un nuevo mundo.
Sobre esta visualización del objeto es que Baudrillard desarrolla su teoría del simulacro. Casi como una tentación a la refutación completa resultan aseveraciones de la consistencia de "sus masas gelatinosas", y su reveladora sugerencia de una guerra semiótica tal que acabe con los significados mismos de existencia social.
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